26 de febrero de 2010

La Naranja Mecánica

Presentando mis respetos a uno de los cineastas más inteligentes, visionarios y frontales de la historia, Stanley Kubrick, me gustaría compartir con ustedes las conclusiones que he extraído de la famosa película filmada en ¡1971! al "videarla" en una nueva unidad de tiempo.

La obra original de título homónimo fue escrita por Anthony Burgess, basada en sucesos acontecidos en 1944 a la esposa del propio Burgess, cuando fue víctima de robo y violación por parte de cuatro soldados estadounidenses en las calles de Londres. Dado que se encontraba embarazada, la paliza le supuso un aborto.

Imagino que la lectura de esta obra resultó ser un punto de inflexión para el bueno de Stanley, quien se atrevió a plantear una escenografía profundamente teatral, muy alejada de los clichés fílmicos de la época, con un ambiente tan moderno como surrealista, con personajes sólidos y representativos.

El tema de la película toca de lleno un asunto que afecta a muchas sociedades contemporáneas: la violencia. Y, posiblemente, el mensaje de fondo es totalmente opuesto a la violencia. Sin embargo, no todos lo entendieron así, puesto que en la época en que fue estrenada se registraron incidentes criminales basados en los personajes de la película, lo cual colocó al director y productor en el ojo del huracán.

Más allá de eso, y de las miles de connotaciones y múltiples matices de la película, que van desde la aceleración y ralentización del tempo narrativo hasta la técnica Ludovico, un tratamiento psiquiátrico basado en el condicionamiento mental, existe un trasfondo social que claramente se anticipa a muchos acontecimientos que actualmente nos afectan.

La película es, como mencionaba antes, muy teatral, y de hecho hace un planteamiento de la sociedad y el gobierno, del criminal y la policía, de la prisión y la LÚDICA INDUSTRIA PSIQUIÁTRICA (plus la interrelación directa entre todos esos factores) tan teatral que roza la sátira. ¿Acaso no es precisamente eso lo que atestiguamos diariamente? Unos con ojos críticos, otros con parsimonia o "qué-me-importismo", otros con resignación.

Los gobiernos son un un teatro, orquestado, posiblemente, por manos poderosas. Los ciudadanos sólo son parte del decorado. Los problemas que afectan la sociedad (crimen, desempleo, drogas, corrupción, etc.) suponen la triste escenografía de esta obra macabra en la que, por alguna razón que no entendemos, nos vemos obligados a participar, y de la que, sin duda, alguien se aprovecha.

La verdad, me parece que el planteamiento de Burgess, acentuado y matizado por Kubrick, es una obra maestra de la literatura y el cine, desafortunadamente malinterpretada en su época, pero que sin duda ahora, en nuestros días (66 años después de la escritura de la novela y 39 años después de la filmación de la película) cobra un sentido tan real que resulta grotesco.

Si no has visto la película aún, corre a conseguirla, y si ya lo has hecho, te invito a "videarla", o mejor dicho, a disfrutarla, en una nueva unidad de tiempo.

18 de febrero de 2010

Experiencias versus Planes

Lo cierto es que todos hemos tenido que hincar la rodilla en algún momento de nuestra vida. Todos hemos cometido errores, de los cuales probablemente lamentemos unos pocos. Sin embargo, esos errores, nos guste o no, también nos forjan en el fuego de la existencia.

Aprender de ellos es la clave. Tomarse el tiempo de analizarlos objetivamente, tomar nota y seguir adelante en el camino a la prosperidad. No es fácil, pero tampoco es complicado.

En base a nuestras experiencias, los que buscamos salir adelante por nosotros mismos tomamos mejores decisiones para nuestra supervivencia. Elegimos diariamente entre múltiples opciones, creyendo que nuestro juicio es válido para escoger sabiamente -y probablemente lo sea. Aquellos abnegados que no caminan este camino, con seguridad tropezarán dos veces con la misma piedra.

El maduro, o el verdadero profesional, el especialista, seguramente sea el veterano, el rasgado con las zarpas del tiempo que ha aprendido de muchos errores para no cometerlos y tiene una mayor capacidad para reaccionar ante las situaciones. Por eso, el que es maduro está en su derecho de ser voz cantante en las tomas de decisiones importantes.

En el otro lado del cuadrilátero se encuentran los planes, que equivalen en la ecuación a la juventud plena, e incluso la niñez. Uno, siendo niño, es capaz de imaginarse de cualquier forma, en cualquier lugar y en cualquier punto de la línea temporal de su vida. A medida que uno tiene experiencias, o pequeños fracasos, esa imaginación va reduciéndose, y finalmente se extingue en nuestro sistema; graduarse, estudiar una carrera, conseguir un trabajo en el que me paguen tanto, tener hijos, enseñarles a hacer lo mismo, etc., etc.

Cuando uno se da el privilegio de volver a imaginar, de soñar algo y simplemente perseguirlo, se siente liberado y atrapado al mismo tiempo, en una quimera que no vale lo que cuesta. Y entonces uno trata de sobresalir en lo que puede -a ratos-, se conduce por la vida como un nómada de la palabra, buscando la felicidad en donde no está y siendo efecto de todo lo que sucede a su alrededor. Ya no se siente capaz de crear un mundo donde los G.I.Joes buenos matan a los malos, sino víctima de la intransigencia de los acontecimientos que han marcado su vida.

Y he ahí el conflicto entre madurez y juventud, entre experiencias y planes, entre fracasos y sueños. Es una ecuación sin solución aparente. Sin embargo, podemos simplificar ambos factores y hallar el resultado.

Podemos encontrar un equilibrio y establecer un acuerdo entre ambas partes de nosotros mismos. Es tan simple como tomar nuestras experiencias en positivo, sacar partido y hacer nuestros planes sin rendir cuentas.

No debemos olvidar que un buen plan conlleva acciones y condiciones, mas no demasiado pensamiento. Uno puede tener el mejor plan de su vida mientras está en el retrete, pensarlo con mucha fuerza... aferrándolo a sí mismo y... lo único que va a lograr es una poderosa evacuación intestinal. Se trata de hacer, no sólo de pensar. Edison no inventó la bombilla sentándose a pensar; necesitó casi 5000 intentos para fabricar la buena, la que funciona. Inventó la bombilla haciéndola, no pensándola. Lógicamente, la idea siempre viene primero, pero si no la llevas a cabo, muere en alguna parte de tu mente y se ahoga antes de que quieras reaccionar.

La capacidad para hacer depende de nuestra experiencia, cierto, pero sólo en parte, porque, ¿de qué otro modo uno obtiene experiencia más que haciendo?, así que yo lo revertiría a: la experiencia depende en gran parte de la capacidad de hacer, de nuestras acciones.

Así que existe un punto de fusión entre ambos conceptos, en el que ambos se diluyen mutuamente y se mezclan. No digo que alcanzarlo sea fácil, pero como dije al principio, tampoco es complicado. ¿Tienes algún plan?

10 de febrero de 2010

Arte

Saludos a todos! Muchas gracias a quienes me siguen; prometí actualizar el blog regularmente y en esas me voy a mantener.

Hoy me gustaría ocuparme de un tema que tiende a parecer muy complejo pero que, a mi modo de ver, es muy simple: el Arte.

Como artista que soy, muchas veces me he preguntado: "¿Qué es el arte realmente?" Y durante mucho tiempo, negué o "aparqué" mis talentos artísticos, al no hallar una respuesta satisfactoria. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española recoge hasta seis definiciones prestas a despejar la duda. La que más se acerca a la definición "standard" de lo que actualmente se entiende por arte es muy compleja: Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada (¿¿??) que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

No sé a tí, pero a mí esa definición me crea mucha confusión. No me parece un concepto, sino una apología en busca de una causa perdida.

Así pues, después de viajes y aventuras en Ecuador, Mexico, Estados Unidos y Panamá, fue un amigo mío mexicano que vino a visitarme a Panamá quien me dio la mejor definición que me han podido dar, por simple y porque para mí es de una precisión tenaz.

El Arte es Calidad de Comunicación.

Debemos comprender algo acerca de la comunicación; es el solvente de todas las cosas; de todos los problemas, de todos los entresijos de la vida que se nos presentan en forma de relaciones personales (y nunca de otra manera) y, por añadidura, de las leyes de la naturaleza que rigen este planeta.

La principal diferencia entre el ser humano y un animal es el nivel comunicacional (o comunicativo). Y la verdad es que uno se decepciona cuando conoce personas con pésima comunicación; o que no te contestan, o que no son capaces de dar las gracias cuando es necesario, y cosas por el estilo. Parece que los buenos modales de toda la vida se han transformado en "cuanto menos te comuniques, mejor".

Eso es algo triste para el artista. ¿Por qué? Porque el artista NECESITA COMUNICARSE. Y comunicarse no es un acto individual, sino que requiere de UN RECEPTOR que de acuse de recibo al recibir nuestra comunicación cuando COMPRENDA lo que le estamos comunicando.

Bien. Entonces, con base en esta nueva definición, "Calidad de Comunicación", analicemos el término CALIDAD. El Diccionario de la R.A.E.L. da una segunda definición que, por su simpleza, me parece muy cercana al concepto: superioridad o excelencia (buena calidad).

Un buen producto artístico es aquél que conlleva un trabajo competente, sólido, que demuestre el esmero y cariño con el que el artista lo realiza, y que de paso genere un impacto suficiente como para que se pueda hablar de calidad verdadera (normalmente van de la mano estas dos cosas).

El problema es que el artista también es magnético y atrae, lamentablemente, a ciertas personas cuya verdadera intención es opuesta a que el artista triunfe. Son personas que pueden llegar a aborrecer el arte, o incluso artistas frustrados por haber alcanzado un "techo" que en realidad sólo está en sus mentes. Los que fracasaron alguna vez tienden a ser candidatos a supresores de nuestro arte.

Pues yo quiero darles un mensaje de esperanza a todos los artistas de nuestro mundo; muchos lo tienen dentro y tal vez no hayan querido dejarlo salir mucho, pero incluso un Chef o un contable pueden convertir su trabajo en una verdadera obra de arte. Otros, están tratando de salir adelante con sus proyectos artísticos, y tal vez se encuentren con infinidad de barreras, pero esas barreras FORMAN PARTE DEL JUEGO. Si no las hubiera, no gozaríamos de la libertad de que disponemos, porque todo sería un CAOS.

Podemos jugar este juego, y ganarlo. Lo principal es mantenernos unidos (hay maneras, e internet es hoy en día la mejor herramienta para hacerlo) y producir mucho; no estancarnos en los clichés y reglas preestablecidas, sino simplemente continuar nuestro camino tratando de hallar el siguiente tramo hacia nuestras metas; experimentando, viviendo nuestras vidas a nuestra manera y dejando que nuestros sueños cobren vida en el universo físico.

3 de febrero de 2010

¿Crisis?

Mis más cordiales saludos a todos los que, por alguna extraña razón, estén leyéndome.

Ante todo, quiero presentarme de forma breve y formal, porque tal vez no me conozcan. Y para los que sí cayeron en fortuna o desgracia, pues sólo me limito a recordar un poco qué onda.

Me llamo Javier Casanova y soy un modesto ciudadano del mundo. Mi pasaporte es español, pero he vivido en diversos lugares, tales como la propia madre patria, Ecuador, México, Estados Unidos o Panamá, y también he tenido el privilegio de conocer lugares como Inglaterra, Holanda, Portugal, Francia o Marruecos.

Soy escritor, pero por ahora no vivo de lo que escribo. Tengo una novela que está a punto de ser publicada, que espero que os guste si os decidís a adquirirla. La escribí con mucho cariño, y no considerándome escritor, sino un muchacho con algo que contar.

Soy un hombre relativamente joven (cuento veintiséis primaveras), divorciado (sin hijos), amante de la naturaleza y el arte, de la buena comida y el buen vino, del deporte, muy aficionado a mi equipo del alma, el Real Madrid, pero también a los grandes jugadores de todo tipo; me gusta el póker, el buen cine, la buena música y soy estrictamente heterosexual.

Creo que con eso tendréis más que suficiente; el resto de mí podéis conocerlo a través de mis escritos.

Después de esta breve introducción, quiero ocuparme del tema que he elegido para abrir éste; mi primer blog. La "crisis".

Coloco comillas para mencionar la palabra porque yo todavía no la he visto. Salgo a la calle y veo los autobuses funcionando, las tiendas abriendo y vendiendo, la gente tomándose su café, los cines llenos, las gasolineras recaudando sin parar y, en general, el funcionamiento normal de las cosas sigue su curso.

El Diccionario Esencial de la Real Academia Española de la Lengua nos da seis definiciones para la palabra crisis. Entre ellas, las que posiblemente aplicarían al uso que se hace de esta palabra actualmente, serían: escasez y carestía, por un lado, y situación dificultosa o complicada, por otro.

Ahora bien, lo que no termino de tener muy claro es: ¿Por qué hay personas que se están enriqueciendo gracias a la crisis? Ellos no experimentan escasez ni carestía, y tampoco creo que estén en una situación dificultosa o complicada (económicamente hablando), salvo quizá (en términos sentimentales) algunos excéntricos consumidores que compran billetes de primera clase para sus perros o que adornan sus Mercedes con piedras preciosas (¡qué manera más absurda de gastar!). Y digo yo: los que tienen la vida resuelta ¿qué opinan de la crisis? sus mascotas se siguen bañando en oro, sus colecciones de vehículos, joyas y casas siguen su curso; no se contagian de la gripe porcina; no pierden sus empleos; no lamentan ni padecen. Simplemente, siguen gastando.

El ciudadano de a pie vive al límite; sometido a un horario de trabajo infernal, llega cansado a sus aposentos y ni siquiera le queda cuerda para darle tiempo o voluntad a su familia. No quiere arriesgarse, no se "casa" con nadie, no se compromete a nada ni permite que sus sueños regresen. Se acumulan las frustraciones, los fracasos, y vive inmerso en la cultura reinante; la cultura del miedo.

Un empresario promedio prefiere despedir a un 30% de sus trabajadores que arriesgarse a contemplar la posibilidad de bajar su Status. ¿Somos números o seres humanos?

Es muy fácil vivir como efecto de todo; víctima de la vida, de la intransigencia de las circunstancias, de las desdichas de nuestra cruel realidad. Es mejor acostarse adolorido a causa de las heridas del combate diario que confrontar las cosas y armarse de valor.

La crisis la inventaron unos pocos, a los que le interesa, de un modo y otro, que premie el CAOS. Alimentan a la prensa, que por su parte no hace otra cosa que transmitir malas noticias; invierten en empresas farmacéuticas (ya que las medicinas nunca, bajo ningún concepto, dejan de venderse) y se frotan las manos viendo cómo el pobre es más pobre o de qué buena manera ellos, de vacaciones en alguna isla paradisíaca, estaban tan lejos de Haití.

Y son quizá esos pocos los que más equivocados estén en la vida. Podrán tener mucho talento para amasar papel impreso con el rostro de algún presidente muerto, podrán ser inteligentes y oportunistas, pero no son buenos seres. No encontrarán consuelo debajo de su almohada de terciopelo si un día estalla la bomba atómica o si a nuestro maltrecho planeta se le ocurre colapsar, o a la trayectoria de un meteorito del tamaño de Canadá se le presenta una barrera llamada La Tierra. Ellos podrán entender cómo funciona la economía, pero no tienen ni idea de cómo funciona este universo.

Hago, por tanto, un llamamiento a todos los que, como yo, entienden algo del equilibrio que debería gobernar nuestro mundo, creen en la justicia natural y saben a ciencia cierta que el cinismo no es sino idealismo traicionado, violado incluso, por alguno de esos "amigos" que nos acompañan y nos dicen cosas como: "es muy difícil", "no lo vas a lograr" o "no sirves para eso" y ni siquiera se toman la molestia de comprender lo que tratamos de decirles.

Yo hablo, grito, imploro y suplico a todos, a ti especialmente, para que nunca seas efecto y siempre tengas la escena completa. Porque todo aquí funciona bajo la ley de causa y efecto, sin excepción; no creo en la casualidad, el azar o la suerte. Sí se que hay causalidad, y que existe algo llamado flujo; que lo que va, viene, y que si lo que va es malo, lo que viene es peor. Por tanto, ¿de qué lado quieres estar en esta ecuación? Yo me decidí a ser causa. ¿Y tú?